“Un miligramo de tejido cerebral vale en el fútbol más que un kilogramo de musculatura”
Horst Wein, “Fútbol a la Medida del Niño”, 2001
Horst Wein, “Fútbol a la Medida del Niño”, 2001
Si se quieren obtener grandes logros, triunfos y progresos dentro de una sociedad deportiva determinada, el fútbol a la medida del niño es, y seguirá siendo la mejor forma de involucrar al infante a la práctica satisfactoria y eficaz de este deporte.
Para los niños, el fútbol es un deporte complejo por naturaleza, ¿por qué?, porque desafortunadamente, es una disciplina establecida por adultos y jugada por adultos; así mismo, son los mismos adultos los que enseñan este deporte; si el desarrollo del niño ocurre en etapas, ¿por qué no simplificar la forma de aprender fútbol de acuerdo a las necesidades del niño?
La mayoría de los niños de tres a siete años entrenan fútbol porque sus padres sueñan con tener en casa un “gran jugador”, porque quieren que hagan ejercicio o porque son gente frustrada que nunca pudo debutar o ni siquiera jugar este maravilloso deporte.
Desgraciadamente, es muy común ver a padres de familia que centran todas sus expectativas deportivas, en este caso futbolísticas, en su hijo que, primero que nada, es un niño, con intereses diferentes, con habilidades diferentes y con inquietudes diferentes a las de cualquier adulto; un niño probablemente se puede volver unos apasionado del “balón pie”, siempre y cuando se le deje gozar a su ritmo y a medida que sus capacidades físicas e intelectuales se desarrollan.
El fútbol es un deporte que se debe de adaptar al niño, y erróneamente se cree que es al contrario, que se debe de adaptar el niño al fútbol.
Comenzar con un juego simplificado de 2 ó 3 jugadores contra otros 2 ó 3, ayudará a que el niño se sienta libre con el balón ya que tiene más espacio para moverse y para tocarlo. En cualquier partido de primera división (11 contra 11) el juego efectivo con balón es de máximo tres minutos dentro de los noventa que son de juego; en el fútbol base, todo deberá estar de acuerdo a las capacidades del niño, no sólo el número de jugadores en cada equipo; y la palabra “todo”, involucra al tamaño del terreno de juego, al tamaño de las porterías, al del balón y al tiempo de juego.
Otro aspecto muy importante y digno de ser mencionado es la competitividad que se les desarrolla a los niños dentro de la práctica del fútbol a temprana edad. La competencia que existe en del fútbol base alrededor del mundo, se debe, y nuevamente se deben mencionar, a los padres de familia y al entrenador. El niño quiere jugar, quiere meter goles, sí, quiere ganar pero a él no le interesan ni las cifras, ni las estadísticas ni la tabla de posiciones, esa cultura competitiva en la que desafortunadamente están los niños sumergidos desde pequeños es gracias a la ambición del adulto; bien decía Rousseau “el niño es bueno y es la sociedad la que lo corrompe”. El niño atiende a sus entrenamientos y a sus partidos con ganas de estar con sus amigos y de lucirse ante ellos, ante sus padres y ante su entrenador; no tiene la ambición de truncar el sueño o los ideales de otros para poner los suyos en primer término.
Al exigirle resultados al niño, se le limita su capacidad de imaginación y creatividad de movimientos y jugadas dentro del juego; ya que estará más preocupado por ganar, por derrotar al otro y por marcar goles que por aprender de cada jugada. Desafortunadamente, la presión que se ejerce en todos los niños que se inician dentro del fútbol es una de las causas más frecuentes de deserción de la práctica del mismo; crecen en un ambiente de tanta tensión y están sometidos a tanto estrés que en cuanto se les presenta la oportunidad de abandonarlo, lo hacen para sentirse liberados.
El formador no debe enseñar al niño a jugar, debe enseñarlo a pensar. El formador le dará al niño los elementos técnicos, tácticos y de coordinación para que pueda desenvolverse sin ningún problema dentro del juego; sin embargo, el formador no puede limitarlo a jugar de cierta forma ya que muchas situaciones de juego no son planeadas y se necesita de la creatividad e ingenio de cada jugador para poder sobrellevarlas; por el contrario, enseñarlo a pensar y a anticipar sus movimientos será de gran ayuda para formar personas con un alto grado de análisis y de reflexión; ¡qué diferente sería el fútbol si un jugador supiera lo que va a realizar antes de patear el balón, y de igual forma sus compañeros de equipo se anticiparan a lo que éste ejecutará!
El juego del “balón pie” se debe de ir complicando a manera que el niño se va desarrollando física, intelectual y emocionalmente; que los entrenamientos estén adecuados de lo más simple a los aspectos más complejos, los cuales requieren de determinada madurez y desarrollo mental.
El juego del “balón pie” se debe de ir complicando a manera que el niño se va desarrollando física, intelectual y emocionalmente; que los entrenamientos estén adecuados de lo más simple a los aspectos más complejos, los cuales requieren de determinada madurez y desarrollo mental.
La implementación de psico-pedagogos en todas las instituciones que llevan a cabo la filosofía de Horst Wein, Fútbol a la medida del niño, ayudaría enormemente a ubicar a cada niño en el grupo correcto; de igual forma, ayudaría a los directivos a determinar el perfil de puesto para el formador de cada categoría de edades y que los resultados dentro de éstas fueran satisfactorios, siempre recordando las capacidades y la carga de trabajo que puede sobrellevar el niño a una edad determinada.
En conclusión, el fútbol es el deporte que más se juega a nivel mundial; muchos doctores, abogados, ingenieros y matemáticos, quizá de niños alguna vez soñaron con llegar a ser grandes personalidades dentro del mundo del fútbol, sin embargo, por diversas razones no lo fueron; ciertamente si hubieran recibido un entrenamiento integral, dosificado y de acuerdo a los requerimientos y desarrollo evolutivo de cualquier niño, hoy habrían muchos más equipos alrededor del mundo; o quizá habría menos gente frustrada, realizando sus actividades no por “tener que hacerlas” sino por “querer hacerlas”.
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